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ISSN 1669-2314 | ISSN 0325-8718

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Micrometeorología

La atmósfera y los fenómenos que tienen lugar en ella juegan un papel de gran relevancia en relación a la vida en el planeta, por ello el hombre siempre ha estado interesado en su estudio. En ese contexto, el cambio climático transformó el régimen de lluvias y de temperaturas a escala global y la Argentina no es ajena a esta situación.

El clima siempre fue un factor de riesgo para la producción agropecuaria, donde la contingencia se ve incrementada. Estamos ante una alta probabilidad de ocurrencia de eventos de alto impacto como lluvias, olas de frío o calor, de condiciones meteorológicas que se modifican muy rápidamente. Debemos estar cada vez más preparados debido a que estos eventos climáticos no solo son extremos, sino que, además, tienen un alto impacto sobre la vida de los habitantes y sus producciones.

El crecimiento y desarrollo de las plantas depende directamente de variables físicas tales como radiación, temperatura o humedad. Estas variables afectan procesos biológicos fundamentales, como fotosíntesis, transpiración o el desarrollo de enfermedades, entre otros. Estas respuestas varían al interior de un cultivo dependiendo del tipo de órgano, su edad, estado fenológico, etc. Por lo tanto, el estudio del comportamiento de las plantas y su respuesta al ambiente requiere tomar en cuenta estas variables y su variación en el espacio y el tiempo.

Estas interacciones entre ambiente y plantas se pueden definir a distintas escalas, a nivel de cultivo o microrregión (micrometeorología) o a nivel de canopia, planta u órgano individual (microclima). El estudio y la caracterización del microclima a nivel de órganos permite avanzar en la comprensión de procesos fisiológicos relacionados al rendimiento y la calidad de la cosecha, pero genera al mismo tiempo desafíos metodológicos para su caracterización e interpretación de los datos.

Por ese motivo es que los sistemas de producción agropecuaria se encuentran ante el abordaje de desafíos que implican disponer de datos e información de precisión y adecuado detalle espacio-temporal, dentro de los lotes productivos, en diversos sitios del paisaje y también en momentos puntuales durante las etapas biológicas de crecimiento de los cultivos y plantaciones.

En general, los datos que se usan para caracterizar el clima actual o pronosticar su comportamiento futuro en aplicaciones e investigaciones corresponden a escalas diferentes, y a procesos descriptos de manera muy amplia, y no es suficiente.

La brecha espacial y temporal requiere definir prioridades de investigación y recopilar datos de variables climáticas a escalas más pequeñas para poder entender el funcionamiento y la respuesta de los cultivos a distintas variables del clima. Para esto, es necesario llevar adelante mediciones con un nuevo concepto, el de la micrometeorología y microclima, así como también desarrollar métodos para captar la variabilidad espacio-temporal de las variables climáticas a estas escalas. De esta manera se puede mejorar la comprensión de las variaciones climáticas que ocurren sobre la superficie, a escalas más pequeñas, que las corrientemente analizadas en la atmósfera.

Entre las aplicaciones en el sector agropecuario se pueden citar: la medición de emisión de gases, evapotranspiración para mejorar el riego, dispersión de microgotas de productos por la turbulencia atmosférica, transporte de fitopatógenos, análisis de la concentración vertical y horizontal de polen de maíz en la época de floración por los cruzamientos genéticos, entre otros.

En Argentina, la micrometeorología forma parte de los programas de estudios de la Licenciatura en Ciencias de la Atmósfera. Hay muchos grupos de investigación en que abordan esta temática en sus trabajos por su papel fundamental en el desarrollo y crecimiento de los cultivos, el rendimiento y calidad de cosecha.

El INTA específicamente, tiene el desafío de abordar todas las escalas para mejorar los criterios agronómicos y biológicos en la toma de decisiones. Para ello, se encuentra realizando ensayos experimentales de toma de datos micrometeorológicos en provincias como Mendoza, Santa Fe y Buenos Aires, interactuando periódicamente con el Departamento de Ciencias de la Atmósfera y los Océanos (DCAO) de la Facultad de Ciencias de Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (FCEN – UBA), la Universidad Tecnológica Nacional (UTN) y la cátedra de Climatología Agrícola, Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), junto con otros actores.

Para competir en el contexto actual, dentro del Plan Estratégico Institucional (PEI) 2015-2030, el INTA presenta como una de sus principales directrices el hecho de fortalecer las capacidades de los actores del SAAA en el desarrollo y manejo de tecnologías críticas emergentes, novedosas y de frontera, que busquen dar solución a problemas relevantes del sector, tengan un impacto sistémico y estén asociadas a la coyuntura y emergencia.

La institución siempre ha sido referente en lo que respecta a la producción de datos primarios y productos para la toma de decisiones, y dentro de ello el estudio del clima y la generación de información climática siempre ha tenido un lugar preponderante. En ese sentido, avanzar en los estudios micrometeorológicos para entender las variables climáticas a escalas más pequeñas resulta imperioso para lograr una agricultura climáticamente inteligente.

 

*Editorial publicada en RIA 47 N.º 1 Abril 2021

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  • panen77